Ya cumplo sesenta y dos, y si rápido lo miras
es solo un seis con un dos.
dos números cualesquiera en el teclado que escribó
dos signos que hoy exhibó, tan solitarios y fríos.
Pero los signos no importan, sino lo que yo he vivido,
la historia que ellos conllevan, el agua que formó el río.
El hombre divide en ciclos, la existencia en esta vida
le gusta clasificar y los llama años vividos,
¿pero que es lo que he podido de estos ciclos aprender?
yo he tratado de entender, el origen de la vida
comprender que es lo que priva, la humana felicidad,
encontrar esa verdad, la piedra filosofal,
y en ese duro buscar, me perdí por los caminos,
que me presentó el destino; a veces me diluí,
con otras volví al sendero, y con ellas conseguí
un cúmulo de vivencias, que han formado mi experiencia.
La quise comunicar, a las personas cercanas,
para que no tropezaran y nadie me los dañara,
pero eso es una utopía, pues nadie escucha consejos,
y el viejo con su porfía, se vuelve un loco y pendejo,
hay que dejar que el humano, bregué en su propio camino,
y hablar solo si te piden algún consejo, de padre o de amigo,
callar es lo que conviene y observar lo que sucede,
guarda para tu interior, tus historias y sonríe,
que nadie en tu alma espíe, tu sabes si eres feliz,
mira hacia el basto universo, y llenate de energía,
y sigue con la porfía de comprender su creación,
que es mejor pensar en eso, que una simple cuestión.
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