Dedicada a mi hijo Pedro Alejandro, un luchador incansable.
De mil caminos vengo, y hacia mil caminos voy,
llevo tantas experiencias, que me pesa lo que cargo,
y a veces pase de largo, de prisa sin darme cuenta,
lo que valía una amor, un amigo, un dolor, una vivencia.
Por ratos tome consciencia, y otras nada me detuvo,
ninguna emoción contuvo, lo que pensé era del cielo,
de la lógica reí, la razón, y el buen consejo,
y hoy que miro desde lejos, siento a veces, que perdí, algo muy bueno.
Sin embargo; así es la vida, con mil senderos abiertos,
como arena del desierto, que es llevada por el viento,
te mueve sin tu quererlo, a veces estas muy firme,
y otras eres tolvanera, remolino sin frontera, que se desvanece luego.
Por eso es que a mi manera, seguiré hoy por otros rumbos,
aunque sea dando tumbos, por estos duros caminos,
que a cada uno le toca, con sus sueños, su ilusión,
ir buscando lo querido, pues la vida, ya me ha dicho, que ella no tiene destino.
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