Hay un río, donde nunca me bañe,
serenito, como siempre lo soñé,
se desliza suavemente hacia una playa,
donde pueda, que jamás, yo nunca vaya.
Hay un pueblo, donde esperan mi llegada,
pero el tiempo, me la tiene retrasada,
y no se, si las fuerzas aún me quedan,
de llegar, al lugar, donde me esperan.
Hay un alma que no está, pues ya se fue,
y me aguarda, y de ese viaje, si doy fe,
en silencio, hacia allá, voy día, a día,
muy seguro, que con ella, si estaré.
Dedicada a mi abuela Delia.
Dedicada a mi abuela Delia.
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